Título de propiedad



“Dime mi mujer para que me case con ella” (Génesis 29:21)

Se cuenta que en la antigua Grecia, antes del siglo VI antes de Cristo, es decir, antes que vinieran personajes como Platón y Aristóteles, muchas mujeres preferían suicidarse antes que ser dadas en matrimonio, no querían ser consideradas “propiedad” de alguien, como era la costumbre en muchos pueblos antiguos, y, lamentablemente, aún en la actualidad, en pleno siglo veintiuno.

A algunos varones, especialmente, les cuesta entender en sobremanera que “el matrimonio No es un título de propiedad, tampoco un seguro que garantice la tolerancia de una persona cuando su cónyuge tenga un comportamiento muy negativo” (Pérez, 2003:29). No se trata aquí de un cheque en blanco que se otorga sin garantía de ningún tipo. Nadie puede ser propiedad de otra persona, la esclavitud fue abolida hace mucho tiempo en casi todo el mundo.

Cuando nos referimos a “mi” mujer o “mi” marido, muchos y muchas, actúan como si fueran “dueños” de un ser humano, lo que no sólo es psicológicamente malsano, sino que además, introduce el sesgo de confundir los términos de una relación.

El matrimonio, SIEMPRE es consensuado. Eso implica que es una relación donde dos personas voluntariamente deciden vivir un vínculo que les provea amor, pero en un clima de respeto, abnegación, paz, tranquilidad, dominio propio y apego irrestricto a la consideración de cada persona como un ente libre y que libremente elige estar en una relación.

Eso implica, que cuando los términos de la relación se alteran, no hay razón para continuar dicha relación. Los pactos se pueden romper, cuando una de las partes no cumple su parte.

Casarse es un acto que implica la expectativa de gozo y felicidad. Cuando eso no se da, por los motivos que sean, es perfectamente lícito pensar que las condiciones del pacto no se están cumpliendo. Algunos actúan como si casarse fuera una cárcel de la que no es posible alejarse, por ninguna razón, eso no solamente es absurdo, además, es cruel, especialmente cuando se padece violencia y abandono.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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