Contarme entre los muertos


“Señor, mi protector, a ti clamo. ¡No te niegues a responderme! Pues si te niegas a responderme, ya puedo contarme entre los muertos” (Salmo 28:1)

La poesía, incluyendo la poesía hebrea, utiliza una figura literaria denominada hipérbole, que en castellano sería algo así como “exageración”, que es lo que precisamente hay en este texto del Salmo 28, donde el autor, en este caso David, compara la ausencia de respuesta de Dios con ser contado entre los muertos, una forma retórica de decir, que la vida pierde sentido sin la presencia de Dios.

Aunque suene exagerado, y como figura literaria, resulta un giro interesante en el versículo que hace pensar en la importancia que David le concede a la presencia de Dios, si más personas lo hicieran, tal vez, tendríamos más creyentes honestos y menos religiosos que sólo han construido almenas a su vanidad.

Cuesta más tener una relación personal y auténtica con Dios que pertenecer a una determinada religión. Las personas religiosas no necesitan pensar ni controntarse con sus conflictos interiores. Sólo tienen que seguir el ritualismo cargado de simbolismo y dejarse llevar por un sistema que sólo le pide obediencia y conformidad.

La religión auténtica, la que nace en una menta inquieta, no se conforma con rituales, de hecho, no le sirven. Busca tener una relación vital, personal, única con el Creador, y eso no se consigue en liturgias ni en obediencias a sistemas inventados para calmar conciencias. Una persona que conoce a Dios entiende que la divinidad no necesita nuestra parafernalia religiosa. Muchos confunden los tantos, se ocupan tanto en ritos, ceremonias y liturgias que olvidan que lo que Dios busca es sostener la mente de sus seguidores. Busca ayudarles a llenar sus vacíos existenciales y darles un sentido a su vida.

David lo entendió. Supo que sin Dios todo carecería se sentido, que mejor sería “ser contado entre los muertos”, y lo hizo porque comprendió que Dios es finalmente quien nos ayuda a encontrar la lógica de todo. No la liturgia, ni las ceremonias ni los ritos, muchos de los cuales, son simplemente, invento humano, bien estructurado, pensado, pero que son innecesarios para tener una relación íntima, personal, única y sostenible en el tiempo con Dios. Por eso que no se trata de conocer de religión, sino, de conocer a Dios, todo lo demás, sobra.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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