Voz


“La voz del Señor resuena sobre el mar; el Dios glorioso hace tronar: ¡el Señor está sobre el mar inmenso!” (Salmo 29:3)

La palabra más repetida en el Salmo 29 es “voz”, la voz de Dios. Pero, ¿alguien ha escuchado esa voz? Sabemos que Moisés alguna vez escuchó a Dios hablarle, también Juan el Bautista, y otros profetas, pero el común de los mortales, nunca ha escuchado la voz de Dios. En algún momento, cuando Dios les hablaba a los israelitas en el desierto, éstos sentían tanto temor que decidieron que no querían escuchar a Dios, y pidieron que él sólo hablara con Moisés, absurdo, pero no sé qué habríamos hecho nosotros en su caso, si tuviéramos todos esos miedos aprendidos que les enseñaron mientras eran esclavos en Egipto. Probablemente, su mayor esclavitud no fue el ser privados de libertad, sino todas las ideas absurdas que modelaron sus mentes.

Por otro lado, el salmo repite constantemente que Dios controla todo con su voz. Mares, montañas, animales y todo lo que existe. Ese giro poético es obvio, porque los hebreos no podían consebían a Dios en términos corporales, por lo tanto, no podrían imaginar a Dios de otro modo que no fuera su voz.

¿Cómo hacemos nosotros, los del siglo XXI, para escuchar la voz de Dios? Ciertamente, no creo que alguno tenga un encuentro donde Dios le hable, con su voz, directamente. Pero, eso no significa que Dios no diga algo. El asunto es saber escuchar, sin embargo, para poder hacerlo, lo primero que tenemos que hacer es deshacernos de los mitos que hemos creado. Por ejemplo, el clericalismo, una forma burda de seguir esclavos a la mente de otros. Cuando se creó el concepto “clero”, que dio luego paso a la idea no bíblica del “pastorado”, se transmitió la idea que Dios “sólo” podía hablar a través de “hombres (no mujeres) escogidos”. Esa idea, no sólo es absurda, sino que va contra la evidencia bíblica, que muestra a hombres y mujeres, comunes, no del clero, que vez tras vez escucharon la voz de Dios.

Cada creyente puede escuchar a Dios, no sólo cuando oye lo que Dios tiene que decir a través de su palabra, sino cuando habla a través de la conciencia, de la voz amigable de quienes nos aman, por medio de la naturaleza y mediante los acontecimientos proféticos. Dios aún sigue hablando, el asunto es querer escucharla.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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