Escuchar


“Que el Señor te escuche cuando estés angustiado” (Salmo 20:1a)

Parece de perogrullo, pero escuchar es distinto a oir. El primero demanda atención y concentración interesada, el segundo es un acto meramente mecánico donde los oidos simplemente realizan un acto reflejo y reciben un sonido. Muchos creen que lo importante es oir, cuando en realidad, lo trascendental es escuchar. La escucha activa implica, en primer lugar, lo más obvio, interesarse en quien nos está hablando. Por eso este texto tiene un sentido especial, el salmista expresa el deseo de que Dios te escuche, pero no en cualquier momento, sino en aquel cuando los humanos tendemos a pensar que no somos escuchados, esos instantes donde la angustia nos quita las ganas de vivir, y creemos estar solos frente al mundo.

¿Has sentido alguna vez que estás experimentando algo tan difícil y complejo que llegas a creer que nadie podrá entender lo que vives? ¿Has experimentado esa sensación de estar en un grupo, pero al mismo tiempo, sentir que estás solo con tu dolor y tu angustia? Pues, es en esos precisos momentos donde el escuchar de Dios adquiere más trascendencia, porque nos indica que está presente e interesado por ti y todo lo que te ocurre.

Muchos religiosos venden la idea de que el escuchar de Dios es selectivo. Transmiten el concepto erróneo de que Dios a veces escucha y otras no. Es lamentable que dicho pensamiento proceda de personas que suelen leer la Biblia y tienen sentimientos piadosos. La piedad no exime de error. Dios siempre está presente. Nunca deja de escuchar a sus hijos, no importa cuál sea la situación en que estén ni el pecado en el que se encuentren involucrados, Dios no se aleja, está allí, presente y expectante a que podamos atender su llamado y aceptar su presencia en nuestras vidas.

El escuchar de Dios no tiene como fin condenarnos, bastante tenemos con la culpa. Dios procura escucharnos para animarnos a poner nuestra confianza en él. El Dios de la Biblia no es un oidor egoísta ni alguien que sólo acepta escuchar a cambio de conductas. Dios es incondicional, porque él es amor, y el amor de verdad nunca condiciona. Dios ama, porque elige hacerlo, y al amarnos decide escucharnos, aún cuando nosotros no queramos escucharle a él.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.