“—¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—” (Mateo 15:28)
La misoginia es una expresión que literalmente significa “odio hacia la mujer”, también se la usa como sinónimo de “desprecio a la mujer”. Esta actitud no es nueva. Se la puede encontrar en la filosofía griega, donde Aristóteles despreciaba a las mujeres diciendo que tenían “cerebro de gallina” y no eran dignas para aprender, idea que marcó la historia de la humanidad por lo menos hasta la Ilustración.
En este contexto, los escritores religiosos se convirtieron en el mecanismo más eficiente para transmitir ideas contrarias a la mujer. De hecho, la mayoría de las actitudes de desprecio, humillación, descalificación, infantilismo y disminución hacia la mujer, han venido del cristianismo, lamentablemente. En los días anteriores hemos dado muestras suficiente de lo que fueron las actitudes de la misoginia medieval y de otros períodos.
San Juan Crisóstomo, quien fuera patriarca de Constantinopla, es considerado por la Iglesia católica uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia del Oriente. En la iglesia ortodoxa Griega es uno de los más grandes teólogos y uno de los tres Pilares de la Iglesia. Así que podemos imaginar el impacto que tienen hasta hoy sus palabras en un amplio sector del mundo oriental cristiano.
Crisóstomo enseñaba: “Que otra cosa es la mujer sino una enemiga de la amistad, un castigo inevitable, un mal necesario, un tentación natural, una calamidad deseable, un peligro doméstico, un detrimento deleitoso, una naturaleza ruda pintada con bellos colores”. Parece un chiste machista, pero no lo es, es parte de uno de sus escritos donde expone sus “estudios sobre la mujer”.
Triste es que llamen seguidores de Cristo, el que más hizo para vindicar a la mujer. Jesús nunca discriminó a ninguna mujer, no siguió con la costumbre imperante entre los rabinos de su tiempo. Él es nuestro ejemplo, no la cultura sexista. Cristo, el nazareno que hizo más por la mujer que todos sus antecesores.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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