¿Existe la posibilidad de perdonar?


“Perdona nuestra maldad y nuestro pecado” (Éxodo 34:9)

El filósofo francés de origen ruso Vladimir Jankélévitch, escribe en su obra Le pardon: “El perdón puro es un acontecimiento que nunca puede tener lugar en la historia del hombre. El perdón puro es un límite apenas psicológico, un estado apenas vivido. ¡La suma puntual del perdón, acumen veniae, apenas existe!” (Citado por Crespo, 2004: 28). Esta idea no es nueva en la filosofía ni en la ética, muchos han postulado que el perdón, como hecho objetivo, es imposible. Para empezar, algunos postulan que siempre se perdona por conveniencia, y en ese caso, el perdón deja de ser un acto moral puro.

Es posible que muchas personas luchen con perdonar de manera auténtica y pura, no obstante, eso no significa que el perdón no sea una posibilidad, porque de no serlo, la vida humana se tornaría en una especie de calvario permanente. El perdón es una salida a situaciones insostenibles.

Corrie Ted Boom, en su autobiografía donde cuenta los horrores que sufrió en un campo de concentración nazi por colaborar en la protección de judíos y perseguidos por el nazismo en su Holanda natal, señala que en algún momento, tuvo que perdonar, o literalmente se volvería loca. Su momento más dramático lo vivió casi veinte años después, un domingo, mientras despedía a la gente de una iglesia después de haber dirigido la predicación. De pronto vio entre la multitud que se acercaba un hombre, el corazón se le paralizó. Habían pasado los años y aunque habían cambios físicos evidentes, reconoció en ese hombre a uno de sus carceleros. Cuando el hombre le extendió la mano ella hizo lo mismo y le sonrió. El hombre no dijo ninguna palabra, sólo le corrían algunas lágrimas por su mejilla.

Ella podría haber vivido el resto de su vida ataca al rencor y probablemente, habría sido comprendida e incluso, alentada a odiar, sin embargo, eligió estirar su mano y perdonar. Un sólo gesto que significó un tremendo esfuerzo, más aún al recordar a su hermana y a su padre que no sobrevivieron al campo de concentración.

Es probable que nuestro perdón no sea totalmente puro, pero al menos, de manera imperfecta, es perdón que libera, y eso lo hace grande.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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