Perdonarse a sí mismo


“El sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá el perdón de cualquiera de aquellas cosas en que suele ofender” (Levítico 6:7)

Todo el ceremonial del Antiguo Testamento estaba pensado para que las personas tuvieran la sensación de perdón como un hecho objetivo. Al participar directa o indirectamente de la ceremonia de expiación, el individuo, podía saber que estaba perdonado. Sin embargo, esa es una faceta del perdón, digamos la que atañe a Dios. Muchos suelen creer que Dios les perdona, lo aceptan y se gozan con ello, pero llevan una carga difícil de asumir: No se perdonan a sí mismos.

“¡Nunca me voy a perdonar!”, es una frase que he oido demasiadas veces como para creer que sea inócua e inofensiva. Quienes se niegan a perdonarse a sí mismo, en el fondo, dejan que la falta los hunda y los termine destruyendo.

Para realizar el acto de perdonarse a sí mismo, es preciso que antes el individuo se acepte como alguien valioso y entienda que sigue siéndolo a pesar de la falta. Es una especie de reconciliación consigo mismo, sin ese paso vital, no hay posibilidad de perdonarse y lo que sigue es un proceso autodestructivo similar a la falta que siente que no merece perdón.

La autodestrucción comienza generalmente por procesos psicológicos de autodesprecio y despreocupación por sí mismos. Algunos llevan el asunto por vías “aparentemente” correctas, como sanas, avocándose a causas solidarias, pero al grado de exponerse a sí mismos o dar todo, descuidando su salud mental y física, lo que implica, destruirse a sí mismo. Es como en el personaje que encarna Robert de Niro en la película La Misión, que llega casi al suicidio mortificado por la culpa.

Es cierto que hay actos que son más punibles que otros, pero eso no significa que no debamos reconciliarnos con nosotros mismos, porque de otro modo, la redención sería simplemente un mal chiste.

En el caso de parejas. Cuando las personas se niegan a perdonarse, terminan destruyendo todo a su paso, no sólo la vinculación con los que ama, que se implican en una relación de codependencia, sino además, con todos los que le rodean. El perdón sana, incluyendo la persona misma.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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