Mitos del amor


“Sus brazos son barras de oro engarzadas sobre topacios. Su cuerpo es pulido marfil incrustado de zafiros” (Cantares 5:14)

Los mitos tienen el poder de permanecer, aún cuando las evidencias señalen lo contrario. Una de esas creencias infundadas sostenidas por muchas mujeres es que los varones piensan todo el tiempo sobre sexo, y aunque sea difícil de creer, esa afirmación no se sostiene en los estudios que se han hecho respecto a las apetencias sexuales masculinas.

Lo que si es cierto, es que varones y mujeres, en su mayoría, padecen de un problema serio de educación sexual. Muchas personas no saben cómo canalizar sus apetencias normales, porque sus padres, que deberían ser siempre los formadores sexuales, no les han instruido adecuadamente.

Para empezar, los padres suelen referirse a los órganos sexuales con términos eufemísticos que nada tienen que ver con la realidad. Es común que muchas mujeres se refieran a su vagina como “ahí abajo” y los varones a su pene como “la cosa”, en ambos casos, de manera impersonal, como si no hubiera ninguna vinculación afectiva con sus propios órganos genitales, y tuvieran que referirse a ellos en términos lejanos, como si no les perteneciera. Esa actitud, luego se traslada a la vida amorosa y a la sexualidad.

Es sorprendente que en la cultura hebrea, la sexualidad y el amor, eran experimentados de manera totalmente natural, sin ningún tipo de aditamentos culposos o renegando de su propio cuerpo. La cultura cristiana ha heredado, a través de autores como Agustín de Hipona y otros, actitudes de desprecio hacia el cuerpo. Luego, esa forma de observar la propia sexualidad se le dio carácter sagrado, suponiendo, con un error garrafal, que era “voluntad divina” renegar de la sexualidad y del placer. Por esa razón, por siglos el amor sexual fue visto con sospecha, como algo “sucio” reservado a gente sin moral. No es extraño que en el mundo cristiano abunden patologías sexuales, que no es posible encontrar en otras culturas.

El amor es don divino. El sexo y el placer son una bendición dada por el creador a los humanos, para que varones y mujeres gocen del privilegio de amar de manera plena, sin culpa y gozando de sus cuerpos de una forma que sólo pueden hacerlo personas con suficiente inteligencia emocional.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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