“Sírvanse los unos a los otros por amor” (Gálatas 5:13)
Hay cierto cinismo en quienes perciben el amor como un acto de conveniencia del tipo “tu me das yo te doy”. Como si la esencia de la relación de la pareja fuera una acción interesada, donde los individuos siempre fueran buscando alguna retribución.
No se puede negar que muchas personas ven la relación de pareja en esos términos. La palabra más usada por algunos padres cuando sus hijos e hijas están buscando pareja es “no te conviene”, estableciendo de esa forma que la vinculación es una cuestión de conveniencia.
Muchos varones y mujeres encaran así la relación. Piensan en los beneficios que obtendran si se vinculan o no con la persona con la cual planean casarse. Visto así, el amor no sería más que un pacto de tipo económico y cada persona una mercancía que se ofrece. Algunas mujeres buscan a alguien con recursos como para que las mantenga. Otros varones, ven la cuestión eminentemente práctica pensando en cualidades físicas, mentales y sociales que podría procurarle la pareja. Si se analiza friamente, de este modo, se va todo lo romántico y emocional, y el amor se convierte en un asunto de cálculos matemáticos, sociales y pecuiniarios, nada más.
Pero, hay otra perspectiva posible, la más sana y además, la que provee un equilibrio muchos más saludable en términos de inteligencia emocional, esto es la reciprocidad. El amor tiene ese raro efecto de hacer que las personas piensen en términos de abnegación, es decir, dando lo mejor de sí mismos para la felicidad de otra persona. Cuando dicha actitud es sana y no significa ni anulación de sí mismo ni dependencia emocional/afectiva, entonces, el amor es nutritivo. Para que resulte, debe ser un puente de ida y de vuelta. Ambos, entregados uno al otro de manera honesta.
Amar, no sería así un acto de conveniencia unilateral, sino una forma de poner todo de nuestra parte para la realización de otra persona. Eso implicaría que el amor sería la antípoda del egoísmo. No hay lugar en este esquema para narcisistas que sólo ven la vida a través de sí mismos, ni de vanidosos que buscan parejas sólo para complementar o extender su propia avaricia vital.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR
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