Aguas tranquilas


“Junto a tranquilas aguas me conduce” (Salmo 23:2b)

Las ovejas son asustadizas, por lo tanto, no pueden ser guiadas a aguas torrentosas, porque simplemente, no se acercarán a la orilla y no beberán el agua, aún cuando esté sedientas, por esa razón los pastores las guían a aguas tranquilas para que puedan abrevar sin nerviosismo.

La lección es obvia, quien guía es Dios, quien bebe es la oveja. Dios puede hacer todo el esfuerzo de llevarnos a aguas tranquilas, pero si nos negamos a beber del agua que él ofrece, no hay nada que él pueda hacer. Tal como veíamos ayer, la relación de Dios con la raza humana se basa en el respeto y no en la imposición.

El agua es un elemento fundamental para la sobrevivencia. Sin ese vital líquido no hay ser que pueda sobrevivir. Las ovejas, necesitan constantemente agua, a diferencia de los camellos que pueden sobrevivir largas temporadas sin el vital líquido que acumula en su propio cuerpo.

Jesús dijo: “De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:38). Es una promesa hermosa. El agua es vida. Sin agua, nadie sobrevive.

La oveja no necesita preocuparse del agua, su única atención debe ser seguir a su pastor. Siguiéndolo sabe que tendrá alimento y agua. Su tarea es seguir al pastor tranquilamente y con confianza.

Es precisamente en eso donde falla un montón de personas que dicen ser creyentes. En vez de seguir con calma y tranquilidad al pastor, hacen su propio camino y siguen sus propios planes, de esa forma, luego están desesperados, con hambre y sed.

Hablándole a la mujer samaritana Jesús le dice: “el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:14). Esa es la clave, la que olvidan muchos que en ves de beber de Jesús, sólo se conforman con religiosidad, liturgias y eternos debates doctrinales. El asunto es más simple, es Jesús en nosotros el que nos da la opción de vivir una vida sin sed, y sin la necesidad de anhelar aguas profundas, Cristo es nuestro manantial.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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