“En tu luz podemos ver la luz” (Salmo 36:9)
Es un verso poderoso, de una sencillez impresionante, pero con una profundidad extraordinaria. “En tu luz podemos ver la luz”. En otras palabras, fuera de Dios sólo hay oscuridad, sólo en él y a través de él podemos gozar del privilegio de ver. Eso confirma el aforismo ese que dice que “la religión no cambia la realidad, nos ayuda a mirarla de una manera diferente”.
Una de las expresiones más repetidas de la Biblia es “luz”, tal vez, porque es claro que en la oscuridad los seres humanos no podrían sobrevivir y terminarían no sólo no encontrando el camino para vivir con sentido, sino que aniquilarían su vida.
La luz renueva, permite no sólo ver, sino que además, da alegría, produce una sensación de ánimo que nos hace olvidar las situaciones difíciles y complejas.
Cuando aparecen los primeros rayos del sol, y se ilumina el horizonte, todo parece diferente. Es posible gozarse con un hermoso paisaje y dar las gracias por estar vivo. La luz permite ver lo que a simple vista no se observa.
Así es con nuestra propia vida. Lo mejor que hace Dios es que ilumina toda nuestra existencia. Es capaz de develar aún nuestros secretos más oscuros. Todos los rincones de nuestra existencia se llenan de su luz y todo adquiere sentido y un sabor diferente.
No es posible conducir un vehículo en medio de la oscuridad. Cuando los faros no funcionan, es mejor detenerse que continuar. Lo mismo ocurre con la vida. Sin luz no es posible avanzar. Corremos el riesgo de caer a un abismo o algo peor. Dios ha prometido estar a nuestro lado y darnos su luz para que nuestro sendero sea seguro.
Aferrados a las promesas de Dios, es fácil caminar en esta vida llena de baches, y en oscuridad.
La luz, que es intangible y que no se puede acumular, es símbolo de Dios mismo, el único que puede acompañarnos con su presencia luminosa por todos esos senderos oscuros que más de alguna vez nos tocará caminar. Dios la luz, ofrece ser nuestra luz, el que ilumine todo para nosotros. Esa es su máxima bondad.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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