Tu justicia


“En tu justicia, líbrame” (Salmo 31:1)

Entre todos los males que provoca una religión extrema es la tergiversación del carácter de Dios y el convertir a la divinidad en un ogro inalcanzable y lleno de odio y maldad. Muchos no cristianos ven así a Dios, y los causantes de esta distorsión son buenos cristianos con malos enfoques.

Dios es justo, no justiciero. La diferencia es radical, los efectos también.

Dios busca la justicia, no anda haciendo justicia. Muchos suelen creer que Dios es un castigador por excelencia, por eso lo ven detrás de desastres naturales o accidentes de todo tipo. No entender que la divinidad no se involucra en castigos, es simplemente, no verlo.

Dios ama la justicia y rechaza totalmente la venganza arbitraria. Para muchos Dios es el gran vengador. Cuando piensan en él, lo responsabilizan de las situaciones malas que les ocurren a nuestros enemigos, sin entender, que el amor de Dios es incomensurable y que alcanza a todos.

Dios es sinónimo de justicia, y no de odio. Porque muchos en su mala comprensión de la justicia creen que la aplicación de una determinada pena a alguien es para mostrarle cuánto nos molesta y se lo tiene bien merecido. Dios ama al pecador, tanto como nos ama a nosotros, que somos pecadores cubiertos por su gracia.

Dios, que es justicia, no realiza actos injustos de ninguna manera. El fin no justifica los medios, por esa razón, no es concebible pensar a Dios realizando asesinatos, torturas y causando sufrimientos en aras de la justicia. Dicha idea es la contradicción máxima de su amor justo.

Dios, que ama al pecador que lo rechaza tanto como al que lo acepta, ha mostrado en justicia su inmenso amor en la cruz. No estuvo dispuesto ni siquiera a condenar a sus justicieros y por eso clamó: “Perdónalos, no saben lo que hacen”.

Nunca deberíamos olvidar que una cosa es ser justo y otra muy distinta ser justiciero. Dios es siempre justo, aunque no entendamos con claridad como obra su justicia y en ocasiones nos quedemos lelos viendo como la injusticia obra paralela a la justicia divina.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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