Cuando se quiere, se puede


“Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10)

Dashrath Manjhi, es conocido en la India como “Mountain Man” y con toda justicia, porque es el vivo ejemplo de que cuando una persona se propone algo lo logra, contra viento y marea. Sólo necesita la motivación suficiente para hacerlo.

En la década de 1960 Dashrath perdió a su esposa mientras la llevaba al hospital, distante 70 kilómetros de su pueblo. Sin embargo, el gran obstáculo para llegar fue la montaña. Si hubiera habido una carretera a través de la montaña, entonces, habría estado en una hora con el médico y no a siete horas, como era habitual, porque había que bordear la montaña.

Luego de la muerte de su esposa, hizo lo más lógico, comenzó a enviar cartas a las autoridades para que hicieran un camino a través de la montaña para facilitar el desplazamiento y para que a nadie más le ocurriera lo que él padeció. Sin embargo, es una provincia muy pobre y las necesidades eran otras. Así que un buen día decidió que él iba a hacer el camino.

Vendió algunas de sus pocas posesiones que tenía y compró un cincel, un martillo y una pala y decidió hacer el camino con sus propias manos. La gente, al enterarse, en vez de ayudar se puso a reír considerando que estaba loco, pero él no cejó en su empeño.

Durante dos décadas, de 1960 a 1982, Manjhi trabajó sin descanso para convertir un peligroso paso entre montañas en el que sólo cabía una persona, en un camino de más de 9 metros de ancho por el que pueden circular varias personas, motos y bicicletas. En 22 años eliminó una montaña creando un paso de 110 metros de longitud y más de 7 metros de alto. Así redujo la distancia entre su localidad y la ciudad de Gaya de los 75 trágicos kilómetros que impidieron la curación de su esposa a sólo 8 kilómetros.

Esta historia prueba que cuando la motivación es suficientemente alta, cualquiera puede atravesar una montaña y crear un camino. En este caso, sólo utilizando precarias herramientas. Trabajó todos los días después de su labor como campesino, entre cuatro y cinco horas diarias, para hacer algo que beneficia a todo el mundo. Eso hacen los verdaderos soñadores, trabajan, no se dedican a hablar.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos

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