“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)
Amoldarse significa tomar la forma del cuenco en que se está. En este caso Pablo llama a no amoldarse a los presupuestos y conceptos del mundo que de un modo u otro tuercen la voluntad de Dios.
Pero para hacer esto hay que abandonar la pereza intelectual de la cual padecen muchísimos cristianos que prefieren que otros estudien y les den un mensaje deslavado, superficial y digerible en forma de sermones y reflexiones que no apelen al entendimiento sino a la mera emocionalidad.
Un cristiano real será una persona de intelecto fuerte, profundo y reflexivo. Al contrario, un cristiano nominal, que sólo asiste a las iglesias para ser “resucitado” espiritualmente el fin de semana, pero al irse a su casa se contenta con televisión basura, conversaciones triviales, prejuicios no criticables y otras formas de aturdimiento intelectual, simplemente, no crece ni puede honestamente considerarse un digno representante de Cristo en un mundo que padece a falta de conocimiento profundo y equilibrado.
Como señala acertadamente Stott: “Si queremos vivir correctamente, tenemos que pensar correctamente. Si queremos pensar correctamente, debemos tener una mente renovada. Pues una vez que nuestra mente se renueve, ya no nos ocuparemos de los asuntos del mundo sino de la voluntad de Dios, lo cual nos transformará” (Stott, 2002: 56).
Esto no es fácil, y aunque avergüence admitirlo, muchos cristianos han caido en el facilismo de las “frases efectistas”, de los mensajes “inspiradores”, de los versículos sacados fuera de contexto y de la repetición de esos cuadritos absurdos e infantiles que pululan en las redes sociales del tipo “Dios te ama, si lo crees di amén”....
El verdadero cristianismo exige pensamiento profundo, dedicado y honesto, que sea capaz de hacer frente a una riada enorme de pensadores ateos y agnósticos que están haciendo mejor trabajo que los cristianos entre gente preparada, universitaria y profesional. No es extraño que gran cantidad de personas que inundan las iglesias cristianas sean buenos cristianos y cristianas, sin preparación y que viven en una especie de analfabetismo funcional, porque leen, sin entender lo que leen.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos
¡Muy bueno todo el contenido de la página!
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