“Les pediré cuentas de mi rebaño; les quitaré la responsabilidad de apacentar a mis ovejas, y no se apacentarán más a sí mismos” (Ezequiel 34:10)
Las ovejas tienen problemas de orientación. Si una sale del rebaño, probablemente se pierda. Sin embargo, eso no significa que la Biblia las use como ejemplo de su pueblo por ser bobas, sino simplemente, por lo que representan. Muchos pastores se equivocan rotundamente cuando tratan a la hermandad como si no tuvieran cerebro o fueran capaces de pensar. Tarde o temprano las ovejas terminan de entender quién es el pastor.
Pero aún más, la Biblia es clara que los pastores del rebaño no son dueños de las ovejas. Muchos actúan como si las ovejas estuvieran a su servicio personal, cuando es exactamente lo contrario. Cada pastor es alguien que ha sido llamado a guiar ovejas por el dueño de todo, que es Dios.
Dios como soberano, como dueño, como el único propietario de todos los rebaños tiene todo el derecho de pedir cuentas de cómo se está administrando lo que él ha encargado.
Cuando un pastor maltrata a un hermano, en algún momento, deberá dar cuentas a Dios. Quien violenta a un cristiano atenta directamente contra Dios, y si el que lo hace es quien está llamado precisamente a hacer lo contrario, su responsabilidad es mayor.
Lo importante de este versículo es lo que implica, una promesa de Dios extraordinaria. Dios está presente y para él sus ovejas son su mayor tesoro. Nunca dejará a sus ovejas solas. El Señor se ocupa de proteger y cuidar a sus ovejas.
“Los pastores serán brutales mientras las ovejas sean estúpidas” (Fray Luis de León)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer
Increible reflexion, Dios le siga dirigiendo
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