“Yo mismo apacentaré a mi rebaño, y lo llevaré a descansar. Lo afirma el Señor omnipotente” (Ezequiel 34:15)
No es difícil imaginarse la escena: Un pastor caminando tranquilamente, mientras cientos de ovejas le siguen, porque las ovejas siguen al pastor y no al revés. El versículo de hoy nos enseña que es Dios quien está dispuesto a pastorear a sus hijos y llevarlos al lugar donde puedan descansar tranquilos y en paz.
Al leer los primeros versículos de Ezequiel 34 el mensaje es durísimo. ¡Pobre del que ha actuado mal! ¿Qué es lo que más enfada a Dios? No son las doctrinas, una persona equivocada puede aprender y enseñársele. No es la forma de adorar, Dios no está preocupado si levantamos los brazos o aplaudimos, es la adoración un acto personal, y Dios se alegra que alguien participe en la comunión con Él, de la forma en que le sea más útil para expresar mejor lo que siente. No son los lugares de culto, porque Dios no está preocupado si mi templo es sofisticado o sencillo, lo único que a él le interesa es su pueblo.
Lo que enfada a Dios son los líderes que han prometido cuidar al pueblo y no cumplen. Que en vez de proteger, cuidar, sanar y acompañar hacen todo lo contrario.
El mensaje podría quedar allí, en esa reprensión tremenda de Dios, pero, no es así, Ezequiel, por inspiración divina entendió que Dios siempre está involucrado en la comodidad de sus hijos, y si los que deben guiar no lo hacen, él toma el desafío de una manera personal. Me encanta esa imagen de saber que es Dios mismo el pastor, el que va delante con seguridad, sabiendo exactamente dónde estarán las aguas tranquilas y los mejores pastos, nosotros, sólo tenemos que seguirle.
“Cuando acerquemos a las ovejas a Jesús, gozarán de un reposo que ninguna otra persona, posesión o posición podrían darles” (Marcos Witt)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer
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