La búsqueda


“Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo” (Juan 1:9)

Hay “verdades” y hay “verdad”, parece lo mismo, pero en la presentación que hace la Biblia no es lo mismo. Los seres humanos están constantemente en la búsqueda de verdades, todas ellas parciales, finitas y acotadas a las características limitadas de la humanidad. Sin embargo, Dios es la verdad, en él no hay límite, todo lo que los seres humanos tenemos es una vislumbre de esa gran verdad que es Dios.

Jesús lo dijo en su ministerio más de una vez, incluso la misma palabra que se usa en griego para referirse a verdad lo expresa. La expresión aletheia significa “proceso para develar lo que está velado”, en otras palabras, el énfasis está puesto no en la adquisición de “una verdad”, sino en la actitud de permanente búsqueda de dicha verdad.

Cuando una persona llega a una verdad, y asume que después que conoce dicho concepto no hay necesidad de conocer más, siendo humano, actúa de una manera presuntuosa. Pretende tener lo que a nivel humano es imposible. Mejor sería decir, hasta aquí conozco, y sigo con mi mente abierta para descubrir más.

Jesús en algún momento dijo “yo soy la verdad” (Juan 14:6), y los cristianos llevamos siglos intentando entender sus palabras, sus actos y su ministerio público. Se han escrito literalmente millones de páginas para hablarnos de Cristo, precisamente, porque el ser humano siempre será finito y Dios siempre absoluto. En algún sentido, parafraseando a Agustín de Hipona, los humanos estamos en la playa ante un océano inmenso y todo lo que conocemos de Dios cabe en una pequeña taza, y delante nos queda aún un océano infinito.

“Sólo una cosa en la Tierra parece mejor que la justicia: y es, si no la verdad en sí, la búsqueda de la verdad” (Albert Camus)

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
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