No cuidan el rebaño


“Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño” (Ezequiel 34:3)

He sido miembro de iglesia desde antes de nacer, cuando iba con mi madre en su vientre a las reuniones bautistas a la que ella asistía. No sé vivir sin la fe. No tengo idea lo que significa estar una semana sin la Palabra de Dios ni escuchar a alguien predicar de la Biblia. En todo ese tiempo he visto a miles de pastores. Muchos de ellos, siervos de Dios, líderes-siervos, que aman al pueblo y realizan su trabajo por amor a Dios, no a sí mismos. Son ellos los que me dan esperanza en el ministerio, los que me permiten seguir en la lucha por redimir un ministerio que ha perdido autoridad entre muchos cristianos.

Pero, tal como he visto siervos de Dios honestos, esforzados, líderes, aferrados a Dios en primer lugar, ejemplos de conducta y carácter, también he observado a quienes, tal como la descripción de Ezequiel 34 no apacientan el rebaño y se sirven de las ovejas para su beneficio personal.

¿Por qué ocurre que un pastor, que debe proteger, se convierte en maltratador del rebaño? La pregunta es simple, y a la vez compleja. Simple, porque sucede por haber perdido de vista el verdadero sentido del evangelio, centrado en la gracia y no en la abundancia ni la riqueza.

A la vez es complejo, porque muchas personas que entran al ministerio lo hacen por motivos ajenos al pastorado. Son individuos dañados por la vida, de infancias difíciles, pobres, maltratados, víctimas de sus entornos, que ven en el pastorado una buena manera de movilidad social. Van en busca de la seguridad, sin entender que terminarán siendo lobos y no pastores, sin llamado eso es lo que se consigue.

“Si distorsionamos el evangelio… esa distorsión influenciara y afectara todo el resto de lo que creemos en la fe Cristiana” (R. C. Sproul)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer
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