“¿Hasta cuándo seguirán dándole valor de profecía a las mentiras y delirios de su mente?” (Jeremías 23:26)
Los mitos fueron la forma que eligieron los griegos para expresar lo que no les alcanzaba con palabras. Crearon leyendas ficticias para enseñar lecciones. Dieron forma a historias llenas de metáforas y símbolos, por eso, desde hace mucho psicólogos y educadores las han escogido como medio para transmitir ideas que pudieran hacer reflexionar y ver más allá de lo perceptible.
Casandra era hija de Príamo, rey de Troya. Debido a su belleza Apolo, el dios del sol, le ofreció de regalo el don de la profecía si se convertía en su amante. Casandra aceptó, tentada de conocer el futuro, pero cuando Apolo intentó cobrar su recompensa ella se rehusó a cumplir su parte del trato. Apolo enojado y ofendido por el engaño pensó en un castigo ejemplar. Le entregó a Casandra el don de predecir el futuro, pero junto a ese don añadió una maldición: nadie, nunca le creería.
Casandra conoció el futuro e intentó prevenir a su padre sobre las estratagemas de los griegos. Pero descubrió que conocer el futuro no sirve de nada si nadie es capaz de creerle. Apolo no la enmudeció, por el contrario, le otorgó un saber divino sobre todos los acontecimientos futuros, pero impidió que otros le prestasen atención.
La psicóloga Laurie Layton Schapira estudió el complejo de Casandra y señaló a aquellas mujeres que saben que determinados hombre no les convienen, pero que prefieren ignorar sus predicciones instintivas sublimando sus propias capacidades, por ejemplo, la esperanza secreta de cambiar la personalidad del otro.
Hacerle caso a la propia conciencia, y lo que señala el sentido común, es en muchos casos, salvarse de una situación de dolor futuro y permanente. La relación de pareja no fue diseñada por Dios para sufrir, por lo tanto, cuando alguien se da cuenta que no debe continuar una relación y sigue pese a lo que le dice su intuición, entonces, es una forma sutil de vivir el Mito de Casandra. Hacerse caso a sí mismo y no autoengañarse es una manera de sobrevivir a la maldición de saber qué pasará y no hacer nada.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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