El mundo al revés


“Ustedes han sido llamados a ser libres” (Gálatas 5:13)

El deporte, en general, es una excelente forma de unir a la gente. Es hermoso ver a padres con sus hijos estar presente en diferentes disciplinas deportivas, animando equipos de fútbol, voley o competencias atléticas, es lo que se observa en eventos como las olimpiadas o en canchas de tenis. Así es en la mayor parte del mundo, excepto en países musulmanes.

En Irán, antes que tomaran el poder los musulmanes extremos, muchas mujeres participaban activamente en competencias de fútbol, desde que en 1880 fue llevado el deporte a ese país por los ingleses. A fines de 1970 se les autorizó finalmente a las mujeres para practicar fútbol, eso implicaba autorización para sacarse la burka (el velo sagrado), y andar en el estadio sin la compañía de un varón, como exige la ley. Sólo tendrían que jugar con un extraño uniforme que cubre su cabello y sus brazos y piernas completamente.

Sin embargo, no todo es diáfano y tranquilo para las mujeres que practican el deporte. En septiembre de 2015 la selección iraní de fútbol femenino fue autorizada por el gobierno a viajar a Malasia, para participar del Campeonato Asiatico de Fútbol femenino, sin embargo, la ley exige que toda mujer tenga una autorización escrita de su marido o de su padre para poder sacar por primera vez o renovar su pasaporte.

En ese contexto la capitana del equipo, Niloufar Ardalan, no fue autorizada por su esposo a viajar porque ella debe, según su argumento, estar en casa para el primer día de escuela de su hijo de siete años. La pregunta obvia es ¿no puede acaso él estar como padre?

Sin embargo, no hay argumento que valga. Las mujeres iraníes siguen siendo tratadas como subordinadas e infantilizando sus vidas como si no fueran capaces de tomar decisiones por sí mismas, tal como sucede en miles de hogares de “santos cristianos” que creen que por haber nacido varones, tienen privilegios superiores sobre las mujeres. Como en muchos de estos casos, no hay argumento que valga, porque para más remate, muchos de estos cristianos sexistas creen, equivocadamente, contar con el favor divino.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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