Hoguera


“Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería” (Deuteronomio 18:10)

Una práctica realmente horrenda fue practicada por cientos de años por profesos cristianos que creían que el fuego purificaba el “alma” de los condenados a la hoguera.

Lo interesante de este asunto horrible, es que el 90% de las personas que murieron en la hoguera durante las persecusiones de la Edad Media, por la Inquisición, e incluso, entre los protestantes luteranos, calvinistas y los que vinieron al Nuevo Mundo, fueron mujeres.

Las razones por las cuales una mujer podía ser condenada por brujería eran muchas, sin embargo, llama la atención que las mujeres que defendían algún derecho, que hablaban en contra de los abusos a los que eran sometidas, que se dignaban a expresar algo diferente a lo que se profesaba, que eran libres pensadoras, o incluso, que eran más bonitas, simplemente, el calificativo era “bruja”, y bastaba un rumor para que se iniciara un juicio de brujería, del cual difícilmente alguien sobrevivía, porque la tortura era parte del juicio y la mayoría moría mientras eran torturadas, y sólo algunas, lograban estar lo suficientemente vivas como para ir a la hoguera.

La tortura era un método macabro, si no reconocía su error, se admitía que el silencio era señal de culpabilidad, si lo admitía, en medio del dolor, se la condenaba igual, porque había reconocido. Es decir, una vez iniciado el juicio, la suerte ya estaba sellada para quien había recibido el apelativo.

Si hoy día existiera la misma metodología, no dudo que muchos varones querrían ver en la hoguera a todas las mujeres, y también varones, que se animan a oponerse a un sistema patriarcal, misógino, sexista y machista opresor. Cualquiera que omitiera una opinión contraria al sistema imperante de desprecio a la mujer, sería condenado por brujería, y si varias personas lo siguieran y lograra convencer a una multitud de la injusticia del trato hacia la mujer, sería acusado de brujería, de todos modos, por seducir a la multitud. En mi caso, seguramente, ya tendrían una hoguera preparada.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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