“Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó ‘seres humanos’” (Génesis 5:2)
Lo más frustrante en todos los años que llevo trabajando con temas de género ha sido tener que lidear con mujeres que son más sexistas, misóginas y machistas que muchos varones. Mujeres que no sólo defienden un modelo jerárquico, sino que encuentran sospechoso y hasta peligroso que una mujer intente buscar la autonomía. De hecho, una buena mujer, pero con un enfoque absolutamente errado me dijo hace un tiempo:
—Las mujeres no nacieron para autogobernarse.
Cuando le expresé que ese pensamiento iba en contra de lo planteado por la Biblia, me arguyó ofendida que ella existía sólo para los deseos de su marido, y si alguien intentaba vivir algo diferente, estaba viviendo bajo el dominio de Satanás.
No he hablado más con ella. Pero cuando leo alguna de sus intervenciones en las redes sociales, no puedo menos que tener compasión por una vida tan limitada, cuando Dios nos creó a ambos, varones y mujeres, para cumplir los mismos roles en la administración de la tierra y a ambos responsables morales ante Dios.
La escritora italiana Alessandra Bocchetti expresa una idea similar cuando afirma que: “Según el criterio de la justicia social, las mujeres deben ser iguales y pares respecto de los hombres. El hombre, según estos criterios, debería ser para la mujer, al mismo tiempo, la meta que hay que alcanzar y el límite más allá del cual no se puede ir. A una mujer no se le concede que pueda desear más, ni menos, ni sobre todo mejor. Igualdad y paridad entre los sexos en realidad son criterios homicidas, no le permiten a la mujer pensarse a sí mismas de un modo independiente, ni tener ambiciones autónomas”.2
Es fundamental, en este entenderse como imagen de Dios y un ser moralmente libre, que las mujeres se experimenten a sí mismas como personas, sujetos de derecho, individuos que pueden aspirar a lo que quieran, sin tener que consultar a ningún varón, ni tener que rendir cuentas, porque la libertad otorgada por Dios no limita lo que una mujer o un varón, puedan o quieran hacer.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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