Raíz dañina


"La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió" (Génesis 3:6)

Marbodio de Rennes fue un reconocido poeta, hagiógrafo y compositor de himnos. Fue archidiácono en Angers, Francia, y posteriormente obispo y profesor catedralicio de Rennes, en Bretaña.

Siguiendo la lógica misógina de su época escribió: “De las numerosas trampas que nos tiende el hábil enemigo, el peor y que casi nadie puede evitar es la mujer, tallo débil, raíz dañina, fuente de vicios, que propaga el escándalo por el mundo. ¡Oh, mujer, dulce maldad, veneno con miel! ¿Quién persuadió a nuestro primer padre para que probara el fruto prohibido? ¡Una mujer!”

Hace poco tuve una discusión con un hombre cristiano, que se precia de ser “un buen creyente” que predica y es líder de su iglesia, por utilizar los mismos argumentos de Marborio, señal de que las ideas no mueren, al contrario, se hacen más sutiles y sofisticadas, pero el mismo fondo permanece.

Según este hermano del Caribe, sostenía sin desparpajo que:

—Hemos tenido que padecer un mundo de pecado y sufrimiento gracias a una mujer necia que no se mantuvo al lado de su esposo y se fue a comer lo que no debía.

Le pregunté en tono irónico:

—Eso quiere decir que Adán es inocente, y con él todos los hombres lo son.

—¡Claro! —me dijo con convicción— las mujeres siguen siendo en esencia las mismas como la primera, engañosas, porfiadas y tercas.

Aunque cause risa actitudes similares, para las mujeres que padecen por individuos de esta calaña la situación no es un chiste.

Culpar a la mujer sin asumir que el pecado fue responsabilidad compartida es simplemente, no entender nada. Traspasar esa supuesta culpa a “todas” las mujeres, no sólo es necio, también constituye un flagrante acto de injusticia, toda vez que las personas no pueden ser culpadas por actos o decisiones de otros.

De hecho, el acto salvífico de Cristo viene a corregir ese error, al darnos a todos la oportunidad de ser salvos y dejarnos a todos bajo la misma condición: Elegir (Romanos 6:18).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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