“Es mejor no tener relaciones sexuales” (1 Corintios 7:1)
Desde que el cristianismo se vio afectado por el pensamiento gnóstico, se introdujo una noción extraña al pensamiento hebreo, sospechar de la sexualidad. Sin embargo, dada las actitudes misóginas de los primeros cristianos, influenciados por su cultura, sospecharon más bien de la sexualidad femenina, llegando a creer que las mujeres eran verdadero monstruos que “seducían” a los “santos” varones. Leer algunas de las explicaciones que daban los padres de la iglesia al respecto mueve a risa, pero eran considerados argumentos válidos y llenos de autoridad.
Tomás de Aquino llegó a decir que “un matrimonio sin relaciones carnales es más santo” (In IV sent. d. 26, 2,4). Fiel a su pensamiento, planteó que la sexualidad era un mal necesario en el contexto exclusivo de la procreación. Fuera de ese propósito carecía de sentido y hacía que los seres humanos pervirtieran la sexualidad.
Por absurdo que parezca, han pasado siglos, pero aún hay personas que siguen teniendo ideas similares o matices parecidos. La sexualidad no vivida de manera libre y auténtica, sino con complejos de culpa y en un contexto de represión.
Millones de parejas influenciadas por esas ideas construyeron vidas truncas y llenas de miedos, frustraciones y tabúes sexuales. Es sintomático que en el mundo occidental cristiano abunden patologías sexuales que en otros contextos culturales son prácticamente desconocidas.
Una facción del cristianismo pretendió controlar y manipular todo lo que ocurriese en la privacidad de la alcoba de la pareja. Por siglos incluso se establecieron normas estrictas del comportamiento que tenía que tener la pareja en su vínculo sexual.
En todo este proceso distorsionador, quien llevó la mayor carga fue la mujer, porque se la culpó de ser seductora por definición. Es una verdadera lástima, considerando que la Biblia dedica un libro completo, Cantar de los Cantares, para hablar de la hermosura del amor sexual, que cuando se vive de manera sana y auténtica, convierte a los amantes en personas plenas y felices.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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