“Así que por sus frutos los reconoceréis” (Mateo 7:20)
Quienes trabajamos en la orientación familiar tenemos que enfrentar mitos, prejuicios y estereotipos que limitan los cambios efectivos para que las parejas puedan solucionar sus conflictos internos y hacer que su dinámica sea fluida. El mayor problema siempre es reconocer. Admitir que se es dependiente, co-dependiente, machista, sexista, misógino, etc. Muchos varones, especialmente, tienen serias dificultades para admitir que son de una determinada forma. No sólo juega en contra la negación, sino la cultura, que le indica una cosa, aún cuando desde la inteligencia entiendan que debe ser diferente.
Cuando hablo de machismo, una de las primeras reacciones de los varones presentes, es suponer que debido a mi experiencia de vida tengo una actitud de encono frente al tema. Nada más lejos de la realidad. Es cierto, que cada vez que alguien habla de temas como sexismo o machismo, es imposible que sus aspectos autobiográficos queden fuera totalmente, de alguna forma, lo que expresa es parte de una dinámica de experiencia personal. Soy hijo de un machista que nunca reconoció su condición, provocando al igual que la mayoría de quienes tienen esa actitud, una serie de problemáticas a su paso, porque así es siempre el machismo, afecta no sólo a quienes tienen una perspectiva sesgada de la realidad, sino que además, van dañando a todos los que de un modo directo o indirecto se vinculan con su forma tóxica de ver la vida. Indudablemente, esa visión de mundo afecta mi manera de encarar el tema, pero, creo que para bien, porque siendo adolescente me propuse alejarme lo más posible de un modelo que en ese momento me parecía dañino, sin saber por qué.
El machismo está tan arraigado en la cultura que es difícil desprenderse de su influencia de manera absoluta, está invisibilizado en un sin número de prácticas admitidas como “normales”, aún cuando transgreden los más elementales principios de dignidad y respeto. Lamentablemente, sólo se ocupan del tema algunas personas cuando ven la cara más dañina de esta actitud vinculadas con la violencia física y la agresión verbal. No obstante esto, esta forma de ver el mundo sigue presente de manera vital en todo lo que somos y hacemos. Es parte de nuestra historia común.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: LAZOS DE AMOR
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