“¡Alabado sea Dios!” (Salmo 150:1a RVC)
Presentar un concepto correcto de la alabanza es tan importante como alabar. Cuando no damos la idea correcta entonces presentamos a Dios como un megalómano pendiente de recibir loas y alabanzas, como si eso fuera lo que él “necesitara”, sin darse cuenta que expresarlo así hace que Dios deje de ser tal.
La alabanza la precisamos más los humanos que Dios. De hecho Dios no podría necesitarla, porque de hacerlo sería falente y por lo tanto, no perfecto, lo que es un sin sentido.
La alabanza es expresión de gozo. Es la constancia de alguien que sabe lo que ha recibido que lo lleva a expresar su inmensa alegría hacia quien es merecedor de su felicidad.
Una persona que recibe un regalo inesperado, una gracia que no soñaba, un don que suponía que estaba fuera de su alcance, seguramente saltará de gozo, expresará con su rostro, sus manos y su cuerpo la inmensa alegría que lo inunda y sin duda, le dirá en todos los tonos que conozca a quien lo ha bendecido lo que significa para él o ella lo que ha recibido. Eso es alabanza, el gozo de saltar de alegría al recibir una buena noticia o un obsequio inesperado.
Presentar a Dios como un ser que busca sólo la alabanza de sus criaturas es mostrar a una divinidad arrogante, soberbia, impertérrita, lejana, en un nivel de superioridad inalcanzable, tal como lo hacen las religiones esotéricas y llenas de misticismos vacíos de sentido.
La religión de la Biblia nos presenta a un Dios lleno de amor por sus criaturas. Excento de egoísmo y vanidad. Que sólo busca la felicidad de quienes ama y por eso procura lo mejor para ellos al grado de ofrecer un sacrificio inexplicable y absolutamente fuera de las posibilidades humanas con el fin de darle la oportunidad a los seres humanos de vivir la vida que él siempre ha anhelado darles. En ese contexto la alabanza es natural y lógica, fuera de esa lógica, la alabanza resulta extraña. En ese sentido la alabanza es un acto subjetivo que está vinculado con lo que hemos experimentado de manera personal. Sólo así tiene valor y relevancia.
¿Hay algo por lo que sientes que Dios merece tu alabanza?
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito:
SALMOS DE VIDA
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