“¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre” (Salmo 106:1)
A muchas personas les cuesta mucho entender el concepto “amor incondicional”, puesto que nunca aprendieron qué significaba, especialmente, porque vivieron en familias cuyos padres tenían una actuación parcial o condicionada, lo que los hace no comprender a cabalidad el significado del amor en toda su dimensión.
Amar sin condiciones, es lo único válido. Todo amor con condiciones es un trueque, un devolver favores, y deja de ser amor.
El salmista invita a alabar a Dios porque es bueno y su amor perdura para siempre. Las dos frases van unidas y una no se sostiene sin la otra.
¿Por qué Dios ama para siempre? Porque es bueno. ¿Por qué Dios es bueno? Porque ama sin condiciones.
Los seres humanos tenemos la tendencia a dar si nos dan, responder si nos responden, saludar si nos saludan, portarnos bien con otros si se portan bien con nosotros... amar sólo si nos aman bajo nuestras premisas. Todo ello supone estar contaminado con el egoísmo y la parcialidad.
Si Dios amara de manera condicional, entonces, dejaría de ser Dios y perdería su característica esencial, ser capaz de amar pese a las circunstancias.
No significa que Dios se muestra débil o injusto, sino todo lo contrario. Está constantemente vigilando que las personas puedan sentir y experimentar su amor.
El enemigo de Dios sabe que el máximo esfuerzo humano es comprender el carácter de Dios. Si logra distorcionarlo para extorcionar al ser humano, no duda en hacerlo. Es como si un hijo fuera inducido a pensar cosas atroces de sus padres y ésto fuera aceptado exclusivamente por tener una obligación de aceptarlo.
Dios es amor. No sólo porque nos ama incondicionalmente, sino porque además es bueno y no hace nada en contra de la bondad. Nunca obra de un modo manipulador. Nunca transgrede las leyes de justicia y equidad. Dios sabe que si el ser humano no entiende este amor incondicional, nunca logrará comprenderlo plenamente.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito:
SALMOS DE VIDA
SALMOS DE VIDA
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