El canto de los peregrinos


“Compadécenos, Señor, compadécenos, ¡ya estamos hartos de que nos desprecien!” (Salmo 123:3)

Este salmo es conocido como el “canto de los peregrinos”, pero también podría ser “el canto de los esclavos”. Está lleno de una tristeza y una pena muy grande. De personas que se sienten despreciadas y maltratadas por otras. En los versículos 1-2 habla de la actitud del esclavo que espera que su amo le solucione sus penurias y angustias.

Los salmos no sólo eran un medio de alabanza, sino también una excelente forma de comunicar emociones de las más diversas variantes.

Sentirse despreciado es una de las experiencias más devastadoras para cualquier persona. No sólo atenta contra la dignidad propia sino que provoca una sensación de disminución que es un atentado directo contra la autoestima. El autoconcepto sufre un grave revés cuando alguien es menospreciado de cualquier manera.
Sin embargo, es preciso entender el daño del menosprecio continuo. Las personas que constantemente son menospreciadas o infravaloradas, van adquiriendo un sentido de sí mismas que los acerca a esa sensación de indignidad que experimentan los mendigos de cualquier ciudad del mundo, el efecto parecido al de los intocables de la India. Poco a poco se van sintiendo invisibles. Personas que no sólo causan vergüenza a otros con su presencia, sino que es preciso que desaparezcan de la sociedad, individuos no existentes. No es extraño que en muchas personas de la calle sus facultades mentales comiencen a deteriorarse producto de la invisibilidad y el desprecio al que son sometidos a diario.

Por eso el pedido del salmista tiene tanto sentido. Aún es el momento de cambiar la situación. No se ha llegado al punto de no retorno que experimentan muchos mendigos. Ese límite donde ya no se vuelve nunca a ser una persona de verdad. Enajedos y solitarios que pasan la vida siendo tratados como escoria. Con ese grito, “Dios compadécenos”, lo que está haciendo el salmista es pedir ayuda para recuperar su dignidad humana. Quiere volver a significar algo para alguien. Dios tiene la facultad de recordarnos lo valioso que somos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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