“Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios” (Salmo 119:3)
Cuando no se lee la Biblia de manera correcta ésta mala lectura puede inducir a errores que pueden, eventualmente, convertirse en un gran problema en la vida de quienes toman ideas a la ligera sin analizar el contexto ni la forma literaria. Salmo 119, como todos los salmos, es un poema. Una de las figuras literarias usadas en la poesía es la hipérbole o exageración. Hay conceptos que no se pueden tomar literalmente, de otro modo, se convierten en contradictorias con el resto de la Escritura.
Hablando de quienes guardan los mandamientos dice que “jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios”. El problema con este versículo es que el autor utiliza una expresión absoluta “jamás”, lo que hace suponer que estamos ante la presencia de una persona que nunca, por ninguna razón se equivoca.
Por eso otras versiones son más cautas al introducir el texto. La Jubilee Bible 2000, traduce: “Los que no hacen iniquidad, andan en sus caminos” (la misma traducción de la RVA, RV60 y RV77). Al traducir la expresión “iniquidad” relativizan el asunto, puesto que la palabra implica intención. Es decir, quienes siguen los caminos de Dios no buscan intencionadamente hacer lo malo. La Nueva Traducción Viviente traduce “no negocian con el mal”, poniendo nuevamente el acento en la voluntad de hacer el mal, en la elección que el individuo hace cuando conoce a Dios y sus mandatos.
Pablo dice de manera tajante: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10), eso incluye a todo ser humano, desde esa perspectiva, los seres humanos nacen con tendencia al mal y con la imposibilidad en sí mismos de eximirse del error. Más adelante expresa algo similar cuando afirma: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Es decir, por naturaleza, por condición heredada, por imposibilidades propias de la humanidad, el ser humano no puede eliminar el mal de sí mismo por propia voluntad, sino por la intervención divina, milagrosa y soberana, que por su gracia santifica, es decir, transforma a los seres humanos en individuos que pueden comenzar un camino de perfección que en este mundo no acaba.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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