Todo ternura


“Nuestro Dios es todo ternura” (Salmo 116:5b)

Entre el siglo XVI y XVIII florecieron los predicadores especializados en describir los horrores del infierno. Hacian descripciones con una imaginación digna de novelistas de lo que sería el infierno si se rechazaba a Dios. Quaqueros, puritanos, pietistas, metodistas, anabaptistas y otros grupos cristianos tuvieron a sus oradores insignes especialistas. La gente era movida por el miedo. Actuaban manipulados por individuos que bien podrían haber servido para abogados o políticos, porque su retórica servía para convencer.

Lamentablemente, nunca se ha muerto del todo dicha perspectiva y forma de presentar a Dios.
Es sabido que el miedo puede más que el amor. De hecho, los grandes manipuladores de la historia lograron mover a multitudes explotando ese lado visceral del ser humano, que se torna irracional ante la perspectiva de tragedias, dolores y sufrimientos.

Las conversiones masivas de muchas personas en esos siglos se logró por esa combinación entre ignorancia, manipulación y miedo que hacía que algunos predicadores especialmente diestros en la persuasión lograran atraer a multitudes, menos interesadas en saber de verdad, y más ocupadas en escapar de los horrores del infierno.

La realidad es que la Biblia presenta a Dios más en los términos en que el salmista lo expresa que en otras formas intimidatorias.

Cuesta creer que “Dios es todo ternura” como describe el salmista, especialmente ante el discurso destemplado de personas que no dudan en mostrar a un Dios vengativo, manipulador, que aterroriza a sus súbditos desobedientes y que ofrece penas y sufrimientos a quienes se niegan a seguirle en sus términos.

Hoy se dice de manera más sutil, pero al fin el mensaje es el mismo. Cuando alguien no le resulta algo el mensaje que se transmite es “a lo mejor Dios está queriendo decirle algo”, en otras palabras, Dios lo está castigando por algo que hizo o dejó de hacer. Esa herejía no es el énfasis bíblico. Al contrario, la Palabra de Dios presenta a un Dios cuya característica fundamental es el amor. Debemos aprender a no temerle y a refugiarnos en su ternura.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
SALMOS DE VIDA 

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