“¿Quién es hombre medroso y cobarde de corazón? Vaya, y vuelva a su casa, y no apoque el corazón de sus hermanos, como su corazón” (Deuteronomio 20:8)
Probablemente no exista miedo más inmovilizador que no atreverse simplemente, por temor al futuro. Los que no se atreven constituyen una horda, individuos de buenos sentimientos pero que no tienen la valentía para dar el paso necesario para cambiar su situación.
El lema del Renacimiento era Vivere Risolutamente, es decir “vive resueltamente” o “vive con resolución”. Lo que diferencia a la gente de éxito con los fracasados, a los independientes con los dependientes, que los primeros se atreven y toman la resolución, eligen cambiar su situación existencial. No viven esperando que ocurra un milagro, ellos crean las condiciones para que lo imposible se produzca.
Las personas tienen la tendencia a enredarse, y terminan empantanados en elecciones que los hace infelices. En trabajos que no les satisface, en relaciones de pareja que son insatisfactorias, viviendo en ciudades que no les gusta, habitando casas que detestan, y un gran y largo etcétera. Es lamentable como muchos van perdiendo la agilidad que los caracterizaba y la audacia va quedando en el pasado.
El otro día escuché una propaganda que decía “no envidies lo que tengo si no sabes todo el esfuerzo que hay detrás”. ¡Es cierto! Nadie llega a convertirse en una persona exitosa sin esfuerzo y sin dar el paso de tomar resoluciones que hagan de su vida algo diferente.
En la psicología contemporánea se habla cada vez más de “la inteligencia resuelta”, de la capacidad que desarrollan algunos para sobreponerse a las circunstancias y tomar decisiones que cambien las condiciones en las cuales viven.
Hace algunos años uno de mis alumnos me dijo, “algún día viviré a pocas cuadras de la torre Eiffel”, voy a ser ciudadano francés. Sonreí porque la osadía de los jóvenes entusiasma.
Pues hace poco me envio una foto de su casa en Paris y una fotografía de su documento de residencia. No se quedó en sueños. Tomó la decisión e hizo lo que había que hacer para cumplir su cometido. Seguramente sabrán que Dios sonrié cuando ve a uno de sus hijos satisfecho y feliz.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos

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