“Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire” (1 Corintios 9:26)
Al leer biografías de personas que han tenido éxito en las más variadas áreas de la actividad humana, una cosa se mantiene como un factor común entre todos ellos: Cada hombre o mujer que logró algo importante lo hizo sobre la base de proponerse metas y trabajar arduamente para hacerlas realidad.
Una meta se diferencia de las buenas intenciones y de las declaraciones de buenos propósitos.
Una meta fija su objetivo con claridad y propone fechas, y formas de lograr lo que se ha propuesto. No es sueño, es aterrizar las expectativas a situaciones reales.
Muchos fracasan, simplemente, porque se dejan estar y va pasando el tiempo y no trabajan en sus metas.
Hay metas a largo, mediano y corto plazo. Cada una debe ser fijada de acuerdo a las necesidades, sin embargo, es preciso establecer otras pequeñas metas, que me permitan cumplir los cometidos que están por delante.
Escuché una entrevista a un atleta que practica carreras de 400 mts. En mi ignorancia pensé que era simplemente correr, aprendí al escuchar al atleta que hay metas fuera de la cancha y en el momento de correr. Si necesita mejorar la fuerza de arranque, hará determinados ejercicios para lograrlo, pero en otro momento. Si precisa aumentar su musculatura, también se dedicará a trabajar.
Pero una vez iniciada la carrera, cada minuto está programado con el entrenador. Un momento para estar en el grupo, otro para ponerse entre los diez primeros y luego, para rematar la carrera corriendo para alcanzar la punta. No es cuestión de lanzarse, sino de planificación.
Toda meta exige planificación e inteligencia.
Sin una buena planificación no se llega a ninguna parte, pero no basta planificar hay que trabajar en los pormenores y luego, ir paso a paso, hasta llegar a las metas propuestas. Así funciona también con la vida. No es azar, es trabajo y planificación. Dios nos ha dado inteligencia para lograrlo, nuestra es la decisión de hacerlo o no.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos
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