Renuevo


“Cada mañana se renuevan sus bondades” (Lamentaciones 3:23)

El refrigerador es un aparato indispensable en cualquier hogar. Sin esta máquina los alimentos durarían mucho menos y no sería posible guardarlos más de uno o dos días. Lo que parece increíble es que este aparato entró al mercado el año 1934, sin embargo, el principio que lo hizo posible se conocía desde 1834, es decir, se tardó 100 años en que se aceptara su pertinencia y necesidad. Como siempre, los cambios son duramente resistidos por quienes se acostumbran a lo que conocen y no desean nada nuevo que les suponga mudar hábitos o formas de actuar.

La mayor revolución en las cocinas del mundo fue la llegada de este aparato y la muerte del vendedor de verduras, permitiendo mantener los productos perecederos frescos durante varios días. Sin embargo, pocas personas hicieron caso del invento.

Jacob Perkins (1766-1849), inventor estadounidense que murió a los 84 años de edad en Londres, ingeniero mecánico y físico, fue el primero en describir cómo tubos llenos de químicos volátiles cuyas moléculas se evaporan fácilmente podían mantener la comida fría. Patentó su invento, sin embargo, se murió sin ver la masificación de lo que él consideraba un medio útil para producir hielo y mantener los alimentos congelados.

¿Por qué los seres humanos se demoran tanto en aceptar los cambios? ¿Por qué lo conservador y consuetudinario puede más que la novedad y la renovación?

No es fácil contestar estas preguntas que sociólogos, filósofos de la cultura, antropólogos e historiadores suelen hacerse desde hace mucho. La verdad sea dicha, por muy difícil que sea una situación, la gente suele aferrarse a lo conocido más allá del sentido común.

Cuando esto ocurre los seres humanos se estancan. Nada es más fácil de no ser analizado ni criticado que la religión, que logra mantenerse por siglos con los mismos criterios y en un estancamiento difícil de comprender. Siendo Dios absoluto y el ser humano finito, cuesta entender que algunos seres humanos siquiera se planteen la remota posibilidad de haber logrado toda la comprensión de la divinidad que deberían. Sin cambio no hay progreso, ni comprensión ni aprendizaje real.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos

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