La envidia mata


“Es un hecho que al necio lo mata la ira, y a los que todo codician los mata la envidia” (Job 5:2)

Moisés vivió cuando aún no se descubría la psicología ni la relación que existe entre las emociones y la salud, pero, ya entendía lo que hoy día es un hecho certero, las emociones negativas intoxican y van lentamente provocando toda serie de enfermedades que terminan, tal como lo dice el texto, matando.

Una de esas emociones tóxicas es la envidia.

Los envidiosos se van carcomiendo por dentro y terminan perdiendo el sentido de las proporciones. Anhelan tener lo que otro tiene y se enojan porque no pueden gozar de los privilegios o bendiciones que otros tienen. A menudo lo disimulan con frases de buena crianza, pero es un hecho, que esa emoción termina afectándoles en su salud física y emocional.

Entre cristianos el asunto se disimula de una manera diferente, aparentando piedad, critican a quienes tienen algo que ellos desean diciendo que son orgullosos o que hacen exhibición o que todos deberían recibir lo mismo, no entendiendo en lo más mínimo la parábola de los talentos y las consecuencias que tiene para la vida de quienes entienden que el logro tiene más que ver con actitud que con aptitud.

Cada vez que viajo a la ciudad de Antofagasta, desde Calama, en la precordillera, observo, en una encrucijada, en pleno desierto a un hombre, que ha instalado un pequeño puesto que dice simplemente: “Helados”. Y se las ha ingeniado para alimentar a su familia, enviar a sus hijos a la universidad y vivir haciendo algo que a nadie se le ocurrió antes. Seguramente algún envidioso estará rumiando su rabia porque ese hombre ha prosperado y él no. Así es siempre.

“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual” (Miguel de Unamuno)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer

#MiguelÁngelNúñez  #Devocionmatinal  #Reflexiones
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