Pastorear con justicia


“Buscaré a las ovejas perdidas, recogeré a las extraviadas, vendaré a las que estén heridas y fortaleceré a las débiles, pero exterminaré a las ovejas gordas y robustas. Yo las pastorearé con justicia” (Ezequiel 34:16)

La tarea del “buen pastor”, el gran Pastor que es Dios es hacer precisamente lo que han olvidado muchos líderes religiosos. Dios es el modelo, ¿qué hace? Busca a las ovejas perdidas, no las castiga ni les reclama el que se hayan ido. Su amor lo hace ir tras ella con la entrega de quien sabe que las ovejas necesitan ayuda, no palos ni maltratos. La oveja que se pierde, a menudo, no quiere hacerlo.

Un pastor como Dios busca a las extraviadas, que seguramente en su viaje de extravío han sufrido heridas, lastimaduras y raspones por no saber exactamente el camino. No lo hace con crueldad ni con una actitud de dureza, propia de quienes no entienden el amor ni la misericordia.

El pastor venda a las heridas. Quien realiza ese trabajo sabe que debe hacerse con dulzura y cuidado, entendiendo que debe ser una labor delicada y cuidadosa, para sanar y no producir dolor a quien se está curando. Los malos pastores no tienen piedad, lastiman, agreden y maltratan, porque tal como lobos vestidos de ovejas, no conocen la misericordia ni el poder del amor.

El buen pastor fortalece a las débiles. Las carga sobre sus hombros si es necesario, porque procura que todas sean atendidas.

¿A quién deja a un lado? A las ovejas que producto de su soberbia, crueldad y avaricia, se han convertido en robustas y gordas, simplemente, por egoísmo. Así que no hay que equivocarse, sería fatal.

“El cordero se levantará y retozará por el valle, con la seguridad de que su pastor es lo suficientemente fuerte como para mantener a los leones y a los osos lejos de él” (Jill Briscoe)


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer

#MiguelÁngelNúñez  #Devocionmatinal  #Reflexiones
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