Perdonar

“Yo les perdonaré sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados” (Hebreos 8:12)

Cuando era adolescente el director del colegio me dio una lección de vida que no olvido. Cometí un error propio de la infantilidad que me acompañaba por esos días. El director me reprochó lo que había hecho y me dio una disciplina. Tenía una buena relación con él, de hecho, era mi jefe de trabajo. Pensé que cambiaría conmigo, que me trataría de una forma drástica o que me dejaría a un lado. Sin embargo, no ocurrió así. Me siguió tratando con la misma amabilidad de siempre y no sentí en ningún momento que había cambiado.

Unos años después, al término de una de sus clases le recordé el incidente, que evidentemente había olvidado y le dije cuan bien me había hecho su perdón y el que no tomara represalias conmigo. Él me miró y simplemente me dijo:

—Pero si ya te había perdonado.

Los verdaderos líderes perdonan. Los malos, los mediocres, los que no deberían nunca liderar, acumulan rencillas y no olvidan las equivocaciones de las personas con las cuales trabajan, haciendo del equipo una verdadera carga.

El liderazgo consiste en entender la fragilidad humana. Comprender que todos podemos cometer un error. Que nadie está libre de equivocaciones. Un buen líder ayuda a crecer, da señales de respeto, misericordia y restitución.

Los malos líderes son implacables. Actúan como si ellos nunca cometieran errores. No perdonan ni olvidan los errores. Con líderes así, nadie crece y la misión nunca se cumple.

“A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho” (Jacinto Benavente)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer

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