Pocos escuchan de verdad


“Reúnan ante mí a todos los ancianos y los líderes de sus tribus, para que yo pueda comunicarles estas palabras y las escuchen claramente” (Deuteronomio 31:28)

Ayer hablamos que no es lo mismo oír que escuchar, lo primero es mecánico y no exige demasiado esfuerzo, lo segundo en cambio, es un arte que se desarrolla. Muchos están tan contentos de oír su propia voz que no se dan el trabajo de escuchar de verdad, y van por la vida oyendo pero no escuchan nada. No saben lo que ocurre entre sus amados y en su entorno. Oír y escuchar son dos acciones distintas. Es interesante que en el la Biblia la expresión más repetida por Dios a su pueblo es “escucha”, no los invita a oír, sino a poner atención, a detenerse, a pensar con inteligencia, todo lo que implica el arte de escuchar.

El filósofo Jaime Barylko en su libro El arte de vivir sostiene que la mayoría de las personas está más interesada en hacerse oír que en escuchar. En la misma senda ironiza que lo que muchas personas llaman “diálogo” en realidad es “hablar” sin esperar que me escuchen o sin interesarme realmente en lo que dicen otros. Barylko dice que en un diálogo de verdad “no se intercambian palabras sino escuchas” (Barylko 1999, 36).

Llevo trabajando con parejas en crisis hace casi treinta años y vivo sorprendido de cuan poco se escuchan algunas parejas. Es sintomático que mientras más conflictos tengan, menos escucha existe. No es que no hablen, lo hacen, y en todos los tonos, el problema es que no se escuchan. No se dan el tiempo para entender lo que la otra persona le está diciendo.

En la comunicación verdadera la parte más importante es escuchar.

“Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar” (Epicteto de Frigia).

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito Reflexiones al amanecer

#MiguelÁngelNúñez  #Devocionmatinal  #Reflexiones
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