¿Por qué comieron?


“La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió” (Génesis 3:6)


No soy el primer teólogo que se hace la pregunta que encabeza esta reflexión, y seguramente, tampoco el último.

En la historia de la interpretación de este versículo existen miles de interpretaciones, tal como la que leíamos ayer de Tertualiano que en una lectura sexista ponía toda la culpa sobre la mujer liberando de esa forma al varón.

El teólogo alemán Lothar Ruppert señala que ocurrió “el abuso de la libertad concedida al hombre en abundancia” (cf. Gn 2,16s)” (Ruppert, 2000:184), y con esto pone un matiz de culpa en Dios, quien finalmente concedió esa libertad, sin embargo, en el párrafo siguiente pone un sentido de equilibrio al señalar que “el Creador corrió ese riesgo porque quería al hombre —a los hombres— como verdadero ‘socio’ en virtud de una decisión libre” (Ibid.) Evidentemente Ruppert está usando esa expresión sexista “hombres”, para incluir a varones y mujeres, podría haber usado una palabra menos contaminada como “humanos”, pero es hijo de esta época.

Dios nos creó libres. Varones y mujeres al ser creados a su imagen no podían ni debían ser autómatas. El pecado se define en virtud de la libertad y la redención en los mismos términos. Por eso Jesús —dice Pablo— nos hizo libres para elegir (Romanos 6:17-18).

Libres. Simple y llanamente libres. Cualquier cosa que enturbie esa libertad no es voluntad de Dios. Por eso el mismo apóstol hace llamados explícitos y claros para no perder esa libertad ganada por Cristo en la cruz a favor de sus hijos (Gálatas 5:1).

Cada vez que un varón le pide a una mujer que se someta a él como varón, le está pidiendo que haga algo que precisamente Cristo vino a impedir, que seamos libres. Cuando le pedimos a las mujeres que sean sumisas a sus maridos, negamos a Cristo quien murió en la cruz precisamente para que eso no existiera. Toda la creación lo repite. Varones y mujeres somos libres.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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