Enfermedad de varón y mujer


“—Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación” (Génesis 31:35)


Suele darse una mirada bastante superficial a la enfermedad vista desde el punto de vista del varón o de la mujer. Se cree, de manera infundada, que las afecciones que afectan a un género y otro, son similares, tanto en causas como en efectos. Sin embargo, la ciencia cada vez más demuestra la contrario. Por ejemplo, es un concenso científico actual de que cada célula de nuestro cuerpo tiene sexo, es decir, cada célula se comporta de una manera distinta si es de varón o de mujer.

Lo extraño, es que la mayoría de los experimentos médicos se realizan con varones y a la hora de los diagnósticos los facultativos no suelen diferenciar a unos y otros, por lo mismo, recetan medicamentos similares y procedimientos casi idénticos, aunque siguen acumulándose los estudios que demuestran que la manera de reaccionar a los medicamentos es diferente en varones y mujeres.

Por ejemplo, es un hecho probado de que los varones y las mujeres responden al dolor de maneras diferentes, tanto emocional como físicamente. Eso implica, que los fármacos afectan a ambos sexos de maneras distintas.

Por ejemplo, está probado que la aspirina disminuye el riesgo de ataques cardiacos en varones, pero en las mujeres aumenta el riesgo de derrames cerebrales. Si no lo sabía, es simplemente, porque la información suele o ser neutra o estar basada en estudios donde la mayoría de los objetos de estudio son varones.

Dios nos hizo diferentes. Cada célula de nuestro cuerpo lo es. Eso implica que debemos aprender a respetar el diseño divino que se dio el trabajo de establecer diferencias entre los sexos, que se evidencian en los estudios cada vez más abundantes de las diferencias de género en la medicina.

En el diseño divino somos distintos, y esa diferencia debe ser respetada, afirmada y enseñada. Cuando eso no ocurre, simplemente se cometen errores que atentan contra el diseño.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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