Igualdad y equidad


“No se trata de que otros encuentren alivio mientras que ustedes sufren escasez; es más bien cuestión de igualdad” (2 Corintios 8:13)

Hay expresiones que parecieran señalar lo mismo pero que en el fondo tienen sentidos totalmente diferentes y apuntan a definiciones objetivamente distintas, tal es el caso de igualdad y equidad.

Muchas personas reclaman “igualdad” para el varón y la mujer y al hacerlo introducen un sesgo ideológico. Evidemente los géneros femenino y masculino no somos iguales. Las diferencias son muchas, en muchos sentidos.

Una mala comprensión del asunto ha llevado a algunas personas a creer que las mujeres, si reclaman igualdad, deberían hacer los mismos trabajos que los varones y viceversa, lo que no sólo es absurdo sino que introduce un elemento de injusticia. Por ejemplo, es un hecho que en general, con raras excepciones, los varones tienen más fuerza física y están más capacitados para algunas tareas que exigen desempeño en esa área, no se le podría pedir, a la mayoría de las mujeres que hicieran un buen papel en ese sentido. Por lo tanto, la lucha va por otro lado.

La igualdad tiene que ser en otros aspectos, como en ser iguales ante la ley y la sociedad. Eso implicaría que el varón por serlo no debería tener privilegios legales, como en muchos países por ejemplo, donde las decisiones sobre los hijos son tomadas exclusivamente por el padre, o que ante la sociedad el varón fuera tratado de una manera privilegiada sólo por una cuestión de género, por ejemplo, con más oportunidades educativas o políticas.

El concepto que viene a cubrir esta falencia de la palabra “igualdad” es “equidad”. La equidad es el principio que viene a poner justicia en el concepto igualdad. Cuando se es equitativa se avanza hacia relaciones más justas, donde los roles son definidos no en función del género sino de las capacidades individuales, pero siempre considerando que el trato ha de ser justo para todos.

La Biblia habla de un Dios que juzga con equidad (Salmos 9:8), eso implica sin favoritismos ni desigualdades. Lo mismo debería ser el ideal de todo creyente, vivir relaciones de equidad.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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