Una guerra civil


“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe” (2 Timoteo 4:7)

En septiembre de 1993 apareció un artículo en Journal of the Evangelical Theological Sociery sobre “Los evangélicos y los roles masculinos y femeninos en los años 90”, el autor R. W. Pierce, califica la situación como “una guerra civil” entre facciones cristianas.

Se forman bandos, que se descalifican mutuamente, con el propósito de defender un concepto u otro, y en el medio, las mujeres que siguen siendo “carne de cañón” en una lucha donde finalmente, siendo cautos e hilando fino, no se considera el mensaje bíblico en su máxima expresión. El mayor problema, es que quienes defienden la supuesta validez bíblica de la sumisión de la mujer y su no participación de manera efectiva en la vida de la iglesia y de la sociedad las siguen tratando deliberadamente como “si ellas no fueran ni plenamente redimidas ni plenamente humanas”.

Quienes rechazan el rol de liderazgo y el ministerio de la mujer anatematizan a quienes creen que hay suficiente evidencia bíblica para creer en una comunidad cristiana sin discriminación de ningún tipo donde los ministerios son aceptados no en función del género sino del carisma.

He visto suficientes mujeres inteligentes, consagradas y seguras de sí mismas irse de las iglesias que se niegan a aceptarlas como plenamente humanas y plenamente redimidas, como para creer que el integrismo extremo de tomar secciones de la Biblia de manera aislada sea la forma correcta de interpretar las Escrituras.

Suponer que un género es superior al otro simplemente porque la tradición lo dice, es entorpecer la predicación del evangelio y el mensaje de que en Dios todos somos aceptados plenamente.

Quienes condenan a los que desean una iglesia inclusiva y sin personas que se sientan discriminadas por algo que no han elegido, como es su sexo, simplemente, se ponen en un bando que no es de orientación divina. Es la vieja escuela de quienes siguiendo las consecuencias del pecado, prefieren herir antes que redimir, excluir antes que incluir, y condenar antes que integrar.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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