Ama y haz lo que quieras


“No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros” (Romanos 13:8)


Fue Agustín, el obispo de Hipona en el norte de África el que dijo: “Ama, y haz lo que quieras; si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Como esté dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz”.

En esta extraordinaria reflexión Agustín pone el acento en una dimensión del amor que a menudo olvidamos. La persona que ama está imbuida de algo que la hace diferente a todos los mortales. El que ama procura el bien del amado, por lo tanto, todo lo que hace va en busca del mismo fin, buscar la plenitud del otro. Por eso que “el amor no hace nada indebido” como diría el apóstol Pablo, porque simplemente, no puede. El amor no puede ser incoherente consigo mismo, entrega lo que debe a partir de la convicción de lo que puede, es decir, darse para que el amado sea feliz y pleno.

Los amores egoístas no existen, ese es un contrasentido. Si hay egoísmo no hay amor y si hay amor no hay egoísmo, así de simple. Uno y otro se excluyen porque el amor es todo lo contrario del egotismo que busca sólo su satisfacción.

Por esta razón a los Narcisistas les cuesta tanto amar, porque son incapaces de salir de sí mismos para observar la vida desde la perspectiva del amado. El Narcisista tiene un sólo referente y horizonte, sólo el sí mismo, nada más existe que su enorme Yo que lo domina todo y lo pervierte todo.

El amor es todo lo contrario. Es entrega, total, porque el que ama no puede amar de manera parcial, lo hace entregando toda la vida o no. En ese sentido la frase de Agustín “ama y haz lo que quieras” tiene mucho sentido, porque el que ama hará la mejor elección siempre en función del amado. Buscará su bien. Atenderá sus perplejidades y se concentrará en lo que a él o ella les importa. El que ama vivirá en función de otro, simplemente, porque sabe que es la única manera sana de vivir el amor. El amor que se entrega, es el que recibe. El amor que da es el que retroalimenta la vida y recibe a cambio plenitud y bondad.


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
LAZOS DE AMOR

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