Compasión, amor y bondad


“Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones” (Salmo 51:1)

La palabra “compasión” viene del latín “cum-passio” que alude al sufrimiento compartido con otro. Por otro lado, la expresión “passio” viene del griego “pathos” que se refiere al sentimiento vivido como drama interior, por lo tanto, en un segundo sentido, tener compasión es compartir con otro sus conflictos interiores. No se refiere sólo a aspectos externos, sino que se vincula fundamentalmente, con la vivencia más íntima y profunda del ser humano.

Lamentablemente, muchas veces se ha entendido compasión como un acto netamente condescendiente, como alguien superior atendiendo a alguien inferior. El sentido es muy distinto. No tiene que ver con jerarquía sino con empatía. Sentir junto a otro.

El autor del salmo invita a Dios a sentir su dolor y sufrimiento. Esa es una diferencia radical del judaísmo y posteriormente del cristianismo, con muchas otras religiones, pues ven a Dios presente, cercano y atento a las necesidades de sus hijos.

La razón por la que invita a Dios a participar de sus sufrimientos y conflictos interiores es porque conoce su amor y su bondad. El contexto en el que se desarrolla la compasión divina no es otro que su inmenso amor y su incomensurable bondad.

Dios no maltrata ni violenta de ninguna manera, por eso que es tan horrorosa la forma en que algunas personas presentan al Dios bíblico, olvidando este elemento fundamental de su esencia divina.

¿Por qué el salmista espera compasión? Simplemente, porque conoce su realidad pecaminosa. Sabe que ha errado. Por eso le pide a Dios que borre sus transgresiones. Borrar es un acto que señala una nueva oportunidad, y ese es el Dios bíblico, el que no deja a sus hijos en la estacada ni se goza por sus fracasos, sino un ser que continuamente anima a sus hijos a acercarse a su amor y bondad.

Cuando tenemos problemas para entender este rasgo del amor de Dios, es porque hemos sido marcados por ideas torcidas y banales sobre el verdadero carácter divino. Conocerle es no temerle.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
SALMOS DE VIDA 

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