Crueldad


“¡Mira cómo me acechan! Hombres crueles conspiran contra mí sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado” (Salmo 59:3) 

Alguien dijo sabiamente: Sólo sabrás quiénes son tus amigos el día en que estés en desgracia. Suena duro, pero es verdad. La amistad y las personas se prueban en momentos difíciles, no cuando todo es bonanza.

Una de las cosas más difíciles de enfrentar es la maquinación. Quienes planean hacerle daño a alguien lo hacen en las sombras, sin levantar sospechas, en silencio, como depredadores nocturnos que acechan a su presa para caer sobre ellas de manera inesperada.

El salmista se queja frente a Dios de personas que maquinan para dañarlo sin saberse responsable de ningún pecado o delito, cosa que es más o menos normal, que el último en enterarse de la razón por la que es atacado o maltratado es la persona afectada.

Esto resulta más cruel en ambientes cristianos. Muchas iglesias y denominaciones cristianas se han convertid
o en verdaderos nidos de víboras, donde unos y otros se acechan por poder, dinero e influencia. No temen mentir, difamar, infamar, calumniar, levantar sospechas, difundir chismes, porque todo es válido con tal de mantener su pequeña cuota de poder.

Luego, muchos de estos líderes depravados, aparecen con rostros “angelicales” y palabras muy bien cuidadas para que parezcan políticamente correctas, hablando de Dios y su cuidado, de su amor y bondad, de una vida de pureza y entrega, mientras por la espalda no dudan en enterrar sus dagas de veneno a las personas que les hacen sombra para sus ambiciones políticas o que se sienten atacadas cuando son contradecidas, porque, en las mentes de estos líderes “llamados por Dios”, ellos tienen la última palabra y representan la “voz de dios”, así con minúscula porque Jehová nunca haría algunas de los actos que ellos realizan.

Millones de personas se están retirando de las congregaciones cristianas, simplemente, por ver este espectáculo de hipocresía y espiritualidad, donde lo bueno es llamado malo y lo fétido y sucio, es considerado una virtud. ¡Dios ten piedad de nosotros!

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
SALMOS DE VIDA 

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