Protección


“Él ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies” (Salmo 66:9) 


Hablar de protección y no resbalar, eran temas muy importantes en el antiguo Israel. Sentirse protegidos al estar rodeados de enemigos, era primordial. No resbalar, en una zona altamente montañosa, era otro asunto serio que debía ser tomado en cuenta. El problema es ¿qué pensar en momentos en que la protección divina no se ha manifestado o sencillamente alguien resbaló y perdió la vida?

El problema es que tenemos la tendencia a pensar en Dios como si fuera una especie de dueño de supermercado universal, cuando tenemos alguna necesidad, vamos, tomamos lo que necesitamos y nos vamos contentos para la casa. Este Dios proveedor de todo, cubriría todas nuestras necesidades, hasta las más mínimas, sin embargo, dicha concepción no pasa de ser una fe infantil que no sirve para momentos de crisis o cuando efectivamente viene el sufrimiento y los resbalones.

Bien lo saben todos los que han tenido que padecer guerras, hambres, persecusiones, torturas y sufrimientos indesibles. Todos ellos se han preguntado por el Dios de esta descripción del salmista. Todos han clamado preguntándose sobre el silencio y la aparente ausencia divina.

La verdad sea dicha, es muy difícil confiar en un Dios que aparentemente te abandona cuando más lo necesitas. Como me dijo una de mis alumnas una vez al enterarse de la muerte de su esposo en un accidente automovilístico:

—¿Dónde está ahora el Dios de amor del que tanto habla?

La pregunta es relevante y la respuesta es ahí contigo, sosteniéndote, y mostrando su amor en la cruz.

Cuesta entender que Dios no tiene el control de todo. Eso es muy difícil entenderlo para quienes tienen una fe infantil. Dios no controla las decisiones humanas que tanto daño hacen. Dios no tiene control sobre los desastres naturales que son, en su mayor parte, consecuencia de las malas decisiones de los seres humanos. Pero si hay algo que debemos saber es que Dios por ningún motivo se aparta de nosotros, aún cuando en la angustia lleguemos a blasfemar de él.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: 
SALMOS DE VIDA 

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