“Siempre doy gracias a Dios” (2 Timoteo 1:3)
La mente agradecida vive en una constante alegría de vivir. Mira a su alrededor y encuentra múltiples motivos para estar agradecido. Encuentra motivos en la naturaleza, en los vínculos, en sí mismo, en lo que tiene y lo que no posee. Siempre hay motivos para dar gracias, cuando la mente está abierta a mirar.
Por el contrario, las mentes que han decidido no agradecer, no encuentran motivos, su vida se desenvuelve en una constante alarma y sensación de pérdida, porque están concentrados fundamentalmente en lo que no tienen y viven obsesionados por lo que podrían ser si aquellas “necesidades” estuvieran satisfechas. Lo irónico de la situación es que siguen sintiendo lo mismo aún cuando algunos de esos deseos han sido satisfechos y se convierten en personas que están permanentemente a la espera de que algo les quite esa sensación que tienen de manera constante.
Encontrar motivos para estar agradecido es un ejercicio que libera nuestra mente para prepararnos para vivir de una mejor forma.
José Martí (1853-1895) el político y escritor cubano señaló alguna vez: “La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes”. ¡Exacto! El orgullo ciega para poder ver motivos de gratitud alrededor, para hacerlo se necesita una actitud receptiva que es propia de mentes que no se enceguecen por la vanidad.
Las personas agradecida son felices, simplemente, porque han dejado de pensar en sí mismas y ven la realidad con ojos de quien contempla todo por primera vez. Son capaces de sentir el canto de las aves, la brisa sobre su rostro y la luz que con sus diferentes tonalidades va construyendo el horizonte. Tienen ojos para detenerse y mirar, porque no basta tener la capacidad de observar, para ver de verdad es preciso hacer un alto en la ajetreada jornada y mirar con detenimiento.
Quienes van por la vida como si fueran almas en pena, sin mirar, sin detenerse, sin darse un respiro para contemplar una puesta de sol, un amanecer y la insondable fragancia de las flores, simplemente, no han aprendido a vivir, sólo sobreviven y no pueden experimentar el verdadero gozo que significa apropiarse de la existencia, como si fuera un caminante que cada día llega a un oasis a gozar del agua de la vida.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito:
SUPERANDO OBSTÁCULOS
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