Compasión

“Dichosos los compasivos” (Mateo 5:7)
 
El cristianismo no es una teología ni una ideología, es una forma de vida, que se ver reflejada en el accionar de sus creyentes. Cualquiera puede hacer teoría teológica. Eso es lo más simple del mundo. Lo difícil y lo realmente dramático que hace toda la diferencia, es vivir de tal modo, que la teoría quede en segundo plano, pero todos terminen admirando los criterios teóricos que llevan a una práctica tan magnífica.

Predicar de un Dios bueno y no actuar con bondad es un contrasentido. La divinidad no se revela en el horizonte frío de la teoría teológica sino en los abrazos honestos y sinceros de los creyentes que extienden sus manos para ayudar al necesitado.
La compasión es la única manera viable de vivir el cristianismo, más aún en un mundo carente de piedad práctica y de altruismo desinteresado.

Los creyentes que se conforman con reunirse en un edificio de cuatro paredes, para autoproclamarse santos, únicos o escogidos, pero que no extienden el amor de Dios hacia otros, en actos concretos de compasión, simple y llanamente, se autoengañan en una forma religiosa carente de significado real.

El cristianismo se vive sólo en la relación de compasión con los semejantes. La teoría teológica no sirve si no acompañada de actos concretos de expresión amorosa hacia otros, especialmente los que sufren y son más necesitados.

La vida cristiana no es liturgia, sino acción compasiva. La teoría se encuentra en los libros, pero la vida práctica sólo puede ser sostenida por manos compasivas que ven en su prójimo a un Cristo necesitado de compasión en medio del dolor.

“Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros” (Teresa de Calcuta)

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: 

REFLEXIONES AL AMANECER

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