¿Escogido?


“Que sea ella la mujer que tú, Señor, has escogido para el hijo de mi amo” (Génesis 24:44)


La mayoría de las versiones bíblicas al castellano tiene tendencias deterministas, reflejo de la mentalidad de los traductores. Traducen “escogido”, pero también “destinada” (BJ); “designado” (LBLA); “aparejó” (Oso); y, “elegido” (BLS).

Leído así la única alternativa es creer que Dios elige pareja para Isaac y para Rebeca. De hecho, la mujer sería un mueble llevado a Isaac, que sería un enten pasivo que sólo recibe lo que supuestamente Dios le entrega. Simple y llano determinismo sin lugar a la libre elección ni el ejercicio de la conciencia.

Lo terrible de esta interpretación es que millones de personas a lo largo de la historia lo han creído y enseñado como una forma correcta de formar parejas. Dios eligiendo sin que el ser humano tenga algo que decir. Sorprende que personas inteligentes acepten algo tan absurdo. Dios dejaría de ser tal si exigiera súbditos a la fuerza y él eligiera por ellos. Eso anularía el centro neurálgico de la realidad: La libertad. Si no fuéramos libres, simplemente, seríamos marionetas, sin mayor sentido ni proyección.

Quienes hacen una interpretación determinista olvidan que el texto hebreo no es tan radical. Una mejor traducción sería “aprobaría”, en el sentido, “estarías de acuerdo”. El siervo lo que está buscando es la aprobación de Dios y de su amo, por lo que quiere hacer las cosas bien.

Isaac no era un niño. Él autorizó que su padre le buscara esposa, y tal como veremos, Rebeca elige, individualmente y sin coersión ir con el siervo de Abraham para convertirse en la esposa de su hijo. Si Dios hubiera elegido por ellos, ¿por qué habrían de preguntarle a Rebeca si quería ir o no? No tendría sentido.

Hemos normalizado el determinismo sin darnos cuenta que es una distorsión del verdadero sentido de la religión que se basa en la libertad, en la libre elección, en la conciencia individual y en el deseo de cada uno de optar por el futuro que quiera. Dios no obliga ni coersiona a nadie. Sólo creerlo es una forma macabra de religión.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado


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