“Entonces la hermana dijo a la hija de Faraón: Si quieres, yo buscaré entre las hebreas, y me pondré al habla con una nodriza para que te críe este niño” (Éxodo 2:7)
Cuando Jocabed puso a su hijo en el río esperaba la intervención de Dios, pero no lo que ocurrió que fue mucho mejor que lo que ella hubiese planeado, en parte gracias a la intervención juiciosa y ocurrente de su hija, Miriam, que no sólo estuvo atenta a lo que ocurrió, sino que planteó una solución que a Jocabed ni en sus mejores sueños se le hubiera ocurrido.
Miriam demostró tener sangre fría y un temple de acero. No titubeó. Corrió hasta la princesa y ofreció una solución que en ese momento debe haber sonado como lo más espectacular del día, luego de haber descubierto al niño. Es cierto, ella podría haber buscado una nodriza egipcia, pero la solución que le plantearon le ahorra problemas y trámites.
Las mujeres, en general, son personas prácticas. Un poco por la educación que reciben desde niñas que las obliga a concentrarse en un sin fin de tareas cotidianas que a menudo a los varones se les pasa por alto. Eso hace que desarrollen una habilidad especial para resolver situaciones cotidianas. Probablemente los varones desarrollarían la misma capacidad si la formación fuera similar, pero, es muy común que se pierdan en los macro detalles y se olviden de cosas tan simples como desconectar una plancha una vez utilizada.
Miriam respondió a su formación. Dio una solución práctica para un problema coyuntural. Difícilmente la princesa podría sospechar que ella era la hermana y que le traería como nodriza precisamente a la madre. Algunos que suelen espiritualizar todo creen que toda esta situación fue provocada por Dios. No hay nada en el texto que nos haga sospechar algo así. Lo que tenemos son dos mujeres buscando soluciones prácticas para un problema dramático y crucial: Mantener vivo a un niño. Jugaron con las posibilidades. Usaron su capacidad de pensar más allá de lo habitual. Buscaron soluciones fuera de su zona de confort. No se quedaron esperando que las soluciones vinieran milagrosamente.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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