El amor que cura

“Nosotros que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor” (1 Tesalonisenses 5:8)
 
Tiene toda la razón Boris Cyrulnik cuando señala que “el amor cura” (Cyrulnik, 2004), porque el amor real, ese que nutre, hace que aún los conflictos más dramáticos tengan un sabor diferente. De hecho, los procesos de resiliencia, que suponen un cambio en vidas marcadas por el trauma y el maltrato sufren una transformación profunda producto del amor sanador.
 
¿Cuando resulta sanador el amor? Cuando las parejas no se muestran de una manera distinta a lo que son y son capaces de activar una dinámica positiva a partir de ese conocimiento mutuo. “Cuando se llega a la edad de emparejarse, —señala Cyrulnik— uno se presenta tal como le gustaría ser, pero el compromiso se realiza con lo que se es, con el estilo afectivo que nos es propio y con nuestra historia pasada. Toda pareja firma un acuerdo particular que le confiere una especie de personalidad, cosa que resulta extraña, ya que se trata de la unión de dos individuos diferentes” (Ibid., 20).
 
Lo anterior implica aceptación y empatía. Además, entender que todas las relaciones de pareja son dinámicas y no estáticas. No es posible mantenernos vinculados esperando que la otra persona a la cual nos hemos unido no cambie ni modifique aspectos de su vida. 

Al contrario, es dable esperar que cambie, que modifique sentimientos, emociones, formas de ver la vida, hábitos, gustos, impresiones, maneras de actuar, y de ver la vida.
 
Cuando las parejas sostienen que la otra persona es distinta a la que conocieron no logran percibir que ellos tampoco son iguales, y no hablemos físicamente, también sus estructuras mentales y emocionales han sufrido transformaciones, el problema es que solemos estar más concientes de los cambios ajenos que de los propios.
 
Un amor sanador no es estático, es flexible y crece en dinamismo. 
Una persona que espera que otro individuo se mantenga siempre de la misma forma, está ante una patología emocional que supone una fobia al cambio, que no sólo es absurda, sino imposible.
 
El amor sana. Sin duda, porque los que se aman de verdad siempre buscan la forma de nutrir sus vidas, de aportar con sus propias vivencias y experiencias de vida para que el otro sea enriquecido y no empobrecido.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez.

Del libro inédito: LAZOS DE AMOR

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